miércoles, 12 de noviembre de 2014

No vengo a quejarme: la importancia de mantener la mirada al frente

Voy a la universidad. Ya lo saben. Y si no lo saben se me van dando una vueltita por mi página de información, que no estaría de más. En fin, voy y voy todos los días, pago un bus* hasta el campus y luego, dentro de aquél, tomo el que me deja en mi facultad.

*le diremos bus porque sé que es una palabra internacional, y porque la palabra, en realidad, me gusta; y (más aún) porque no me voy a romper la cabeza llamando a cada transporte por el nombre que debería: por decir, el bus que se utiliza dentro de mi universidad tiene el nombre del animal representativo de ésta seguido por la palabra 'bus' (ojalá nuestro animal fuera un erizo, o una llama: llamabús. Eso. Eso sería bueno)

El viaje no me lleva más que media hora, incluso menos, pero ¡sorpresa! en mi país han estado sucediendo algunos percances socioidiológicopolíticos (me voy a crear mi propio diccionario de palabras impronunciables) en los que no entraré en detalles (no, éste no es un blog sobre política, y sí, quizá algún día habrá tiempo para eso. Pero ésta entrada no es el caso. Sin embargo, si desean saber del tema pueden leer un poco de ello en el artículo de Wikipedia, con los riesgos que sabemos que esto implica), por lo que la estación donde me bajaba del primer bus se encuentra *ejem* cerrada y un poco *ejem* quemada. Aparentemente volverán a abrirla en 3 meses, lo cuál me deja suficientemente desamparada como para pasar el resto del semestre bajándome una parada después y sin la posibilidad de tomar el transporte interno de la universidad.


No me estoy yendo por las ramas, si no me crees, sigue después del salto ;)



¿A dónde voy con todo ésto? No estoy muy segura. Primero quería desahogarme, porque antes mi camino era sumamente sencillo, y ahora debo caminar unos 10 o 15 minutos temiendo llegar tarde a mi clase para, bueno, probablemente llegar tarde a mi clase pero con pasos seguros (sé que en realidad es una caminata muy corta, pero que me hayan cambiado así la rutina me saca de balance. Y soy una gorda sin remedio, que quieren). Pero la verdad es que me encantaría no tener que quejarme, me gustaría poder decir que ese camino entre quince minutos de pie en el bus semi-vacío y dos o tres semáforos caminando por la larga avenida son tan deliciosos como salir a caminar en cualquier ocasión siempre que estás de vacaciones o que tienes buena disposición para ello.

Pero, ¿qué te puedes encontrar un martes a las 3 de la tarde en esos paisajes? desafortunadamente para mi mente soñadora las calles se llenan de hombres y mujeres con traje que corren de un lado a otro (a mi edad ya me he dado por vencida de intentar descifrar sus misteriosos horarios) como si siempre llegaran tarde a una importante reunión de trabajo y no les importa atropellarte en su carrera desesperada a esa meta dudosa (me duele y a la vez me tengo que dar la razón, cada vez que comparo a éstos personajes de nuestra sociedad con los hombres grises pertenecientes al universo de Momo), no faltan tampoco los despistados que buscan cruzar el semáforo en el momento menos oportuno y por más desconocidos que sean debes cruzarles la mano en el pecho para ganarte tu pase al cielo y evitarles la suya directito al cementerio (chicos, en serio, ya van dos desde el viernes), agresivos vendedores ambulantes que ya se quieren ir a su casa -quizá en lo que fallo es en la hora en la que salgo de la mía- y mi especial favorito: los que no apartan la vista del celular.

No es un juego, y les juro que aún no cumplo los ochenta años (ni siquiera he llegado a los 65), pero solamente hoy por la mañana/tarde estuve a punto de chocar al menos tres veces con algún temido zombie tecnológico que llevaba los ojos pegados a la pantalla de su teléfono móvil. Y pienso, realmente espero que tengamos a un Bill Gates -inserte nombre de nerd exitoso y brillante- ahí, porque sino realmente no entiendo para-qué-necesitan-pasar-tanto-tiempo-en-el-cacharro-ese.




  • Buenos días mamá -sonido del whatssap de la fulanita que no sabe qué hay de tarea para la clase que empieza en media hora, y de paso una checadita al FB, y un tuit para que no vayan a pensar que me asfixié mientras dormía y la primera foto para Instagram #instapic #pijama #todadespeinada #lagañuda-
  • En clase -whatssap de tu novia porque ya te extraña, quince minutos de emoticonos ida y vuelta de corazones, audífonos porque al fin que quién necesita educación y esta canción que me pasó fulano está mejor que la ecuación de segundo grado que luego puedo tomarle una foto y sacar el cacharro en el examen. El profesor se dio la vuelta y hay tiempo par una foto #instapic #enmate #conloscompas-
  • Hora de dormir -¿quién necesita dormir? 4:30am y sigues en el cacharro mandando tuits que nadie va a leer y a nadie le interesan. Por favor, ya deja de actualizar tu inicio de FB, todos se fueron a dormir hace más de dos horas, no hay nada nuevo-



¿QUÉ? ¿CÓMO QUE ESO LO HAGO YO?
Bueno, lo que quiero decir es que no te puedes pasar el día con la mirada gacha (hacia abajo), porque quién sabe, en una de esas pasa junto a ti el amor de tu vida (yo) y no te enteras, o te caes en un agujero bien grande y vaya que te vas a enterar.
Las personas que están todo el tiempo en su celular, contestando sus mensajes, revisando las redes sociales, jugando, viendo videos, lo que sea... se desconectan, totalmente. No están en armonía con los que los rodean (exceptuando con las otras personas que vienen metidas en sus teléfonos, probablemente) y, al menos a mí, me provocan cierta incomodidad ya que en las últimas semanas me he descubierto como una persona increíblemente...amable ante ciertas situaciones, y una de mis sensaciones favoritas es ir por la calle o estar en el bus y sonreírle a alguien, ceder tu asiento, decir salud cuando alguien estornuda, dar los buenos días, etc., y ver que ésta persona te corresponde de una forma igualmente amable. No estoy pensando en dar pie a una conversación ni nada por el estilo, pero encontrarte con ésta gente que simplemente no te voltea a ver a los ojos me parece chocante y un tanto triste.
Seré solamente yo y mis manías de mantener la mirada al frente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Que no muerdo!
(Solamente si eres irrespetuoso, ahí sí, cuidado)